REFLEXIONES - REFLECTIONS





¿Qué significa el Miércoles de Ceniza? FUENTE: VIVE LA SEMANA SANTA

El Miércoles de Ceniza la Iglesia marca el inicio de la Cuaresma, tiempo de preparación a la Pascua que termina el Jueves Santo después de mediodía, recordándonos a los cristianos que somos creaturas, que esta vida es tan sólo una preparación y que nuestro verdadero destino es llegar a Dios en la vida eterna. Al momento de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas, el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado original: “Acuérdate, hombre, de que eres polvo y en polvo te has de convertir”, que recuerdan a los fieles tres verdades fundamentales: su nada, su condición de pecadores y la realidad de la muerte. El Miércoles de Ceniza obliga a guardar ayuno , abstenerse de comer carne y se recomienda participar en la liturgia de la imposición de la ceniza.




¿Por qué debemos practicar el ayuno y abstinencia en Cuaresma?
Vivimos en una cultura dominada por el materialismo y por el consumismo. El ayuno y la abstinencia nos ayudan a no dejarnos reducir a puros "consumidores"; nos ayudan a adquirir el precioso "fruto del Espíritu", que es "el dominio de sí", nos predispone al encuentro con Dios que es espíritu, y nos hace más atentos a las necesidades de los pobres.




¿A quién obliga el ayuno y la abstinencia?
Hasta los 14 años cumplidos: no hay obligación de guardar ayuno ni abstinencia. Desde los 14 y hasta los 18 años (mayoría de edad canónica): Existe la obligación de guardar la abstinencia de carne o de otro alimento todos los viernes del año, salvo si coincide con solemnidad. Desde los 18 hasta los 59 años cumplidos: existe la obligación de abstenerse de tomar carne u otro alimento los días indicados anteriormente y de ayunar el miércoles de ceniza y el viernes santo. Desde los 59 años de edad: desaparece la obligación de ayunar, pero subsiste la obligación de abstenerse de la carne u otro alimento. Es muy importante también, cuidar la formación de un auténtico espíritu de penitencia junto con las prácticas del ayuno y la abstinencia.




¿Me obliga la abstinencia?
Durante la Cuaresma hacemos penitencia para demostrar nuestro amor a Dios y prepararnos a una conversión del corazón. Una forma de hacerlo es vencerse en los instintos sin hacer daño a nuestra salud mediante el ayuno y la abstinencia de carne o lo que determine cada Conferencia Episcopal.La obligación de guardar todos los viernes del año, es decir, de no comer carne durante esos días, viene establecido por el Código de Derecho Canónico en el número 1251: “Todos los viernes, a no ser que coincida con una solemnidad deben guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo”.


El cuarto mandamiento de la Santa Madre Iglesia, recogido en el Catecismo de la Iglesia Católica, también hace referencia a esta prescripción: “Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo mande la Iglesia asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón.”




Penitencia por amor a Dios.
Hacemos penitencia no por deporte o para guardar la línea, la figura esbelta, como quien se mete a régimen de dieta por algún tiempo. Queremos hacer penitencia para demostrar nuestro amor a Dios y para prepararnos a una conversión del corazón, que no es otra cosa sino una ruptura con el pecado, una aversión al mal, una repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido.


La Iglesia nos dice que una forma de demostrar ese amor a Dios es vencerse en los instintos sin hacer daño a nuestra salud.


Por eso, ella misma establece que cada una de las Conferencias Episcopales, es decir, la reunión de los obispos de cada país, determinen con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, incluso el que puedan sustituirlo en todo o en parte por otras formas de penitencia, especialmente por obras de caridad y prácticas de piedad.


Es verdad que la obediencia, aún a las cosas más ilógicas manifiestan y ejercitan el amor que tenemos a Dios. La obediencia es principio de muchas otras virtudes, sobre todo la obediencia a lo irracional. Porque la mortificación de la razón supera a la de la carne.




Ayuna de...
Iniciamos la Cuaresma. Tiempo de preparación, tiempo de conversión. Vivamos esta Cuaresma de una manera especial.
Ayuna de juzgar a otros; llénate del Cristo que vive en ellos.
Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases que purifican.
Ayuna de descontento; llénate de gratitud.
Ayuna de enojos; llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo; llénate de optimismo.
Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte; llénate de apreciar lo que te rodea.
Ayuna de las presiones que no cesan; llénate de una oración que no cesa.
Ayuna de amargura; llénate de perdón.
Ayuna de la importancia de ti mismo; llénate de compasión por los demás.
Ayuna de ansiedad personal; llénate de esperanza eterna en Cristo crucificado.
Ayuna de desaliento; llénate de esperanza.
Ayuna de pensamientos de debilidad; llénate de las promesas que inspiran.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; llénate de todo lo que a El te acerque.




EL PODER DE LA INFANCIA Cuentan que Temístocles, un general ateniense que gobernaba Grecia, llamó un día a su hijo de siete años le dijo: "Hijo mío, eres el ser más poderoso de la tierra..." El niño ingenuamente preguntó: "¿Por qué padre?" A lo que el general respondió, entre pensativo y sonriente: "Porque yo gobierno el mundo, tu madre me gobierna a mí y tú gobiernas a tu madre".No deja de tener claridad esa vieja anécdota de hace siglos. Lo que dice un niño es intocable, sagrado o digno de la mayor atención. Los padres lo saben. El poder de la infancia es tal, que son innumerables las vidas ofrendadas por salvar la vida de los niños.El adulto vivió ya, tiene un ciclo vital cumplido o al menos desarrollado en gran parte: la necesidad de ir a través del tiempo, desarrollando su propia manera de existir.La infancia tiene sobre el adulto un poder mágico. Saber que así fuimos todos, ingenuos y felices, hacer caer en algo como el remordimiento y la nostalgia, entre la desesperación y la ternura. Hay en la infancia una fuerza definitiva que persuade, inunda y arrastra; es la virginal manera de contemplar el mundo. Ahí estamos los adultos en el dilema de querer ver los hijos así, inocentes y confiados y por otra parte, tener que hacerles conscientes de lo que es la realidad, no apta precisamente para ángeles o para pájaros cantores.El poder de la infancia debe ser aprovechado, nutrido por magias superiores y precisas. Por fuerzas que maduren, orienten y fecunden ese deseo simple de vivir.Seremos responsables ante ellos si no les damos, junto con el calor de padres amorosos, la seguridad de un mundo más digno y suficiente.El niño es la explosión de la vida. El adulto la vida ya explotada, hecha jirones en el camino de la experiencia; así que hay que juntar unos cuantos pedazos con algo de amor y poder decir a un niño: "Ten, hijo mío, es lo que yo aprendí, ojala te sirva para no equivocarte". Eso es humano y necesario.Cultivemos con respeto, luminosidad y confianza, a la niñez del mundo.De eso, no nos vamos a arrepentir jamás.
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Conocimiento Natural de Dios La existencia real de Dios, como ser Supremo, Principio y Fin del hombre y del universo creado y esencialmente distinto de las criaturas, puede ser conocida con certeza por la razón natural, pues la inteligencia del hombre goza de capacidad natural para elevarse al conocimiento de su Creador. Quiso el Señor que todas las criaturas llevaran como impresas sus huellas y dieran testimonio de su existencia. De ahí que sea posible llegar al conocimiento de Dios por medio del conocimiento de las cosas creadas. Hay una sola forma de conocer a Dios, y esta es, a través de Jesucristo. "Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Corintios 4:6) Le dijo Jesús a sus discípulos: Si ustedes me conocieran, también a mi Padre conocerían ... El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. (Juan 14:7,9) Puede ser que hayas oido hablar de Dios; posiblemente conoces la Biblia de principio a fin y piensas que sabes todo acerca de Dios; has sido religioso toda la vida y hablas mucho de Dios y sus bondades, pero, si no has conocido a Jesucristo, si no te has encontrado con Él, es imposible que conozcas al Padre. "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).


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Fuentes Teológicas en el Anglicanismo y el Episcopalianismo Artículo principal: Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América El Libro de Oración Común es la principal fuente teológica de los episcopales, la más tradicional de las iglesias protestantes de Estados Unidos. Deriva del Book of Common Prayer anglicano que tuvo distintas redacciones desde mediados del siglo XVI. En Estados Unidos hubo un intento fallido de actualizarlo en 1786, y otros en vigor sucesivamente fueron publicados en 1789, 1892 y 1928. fue actualizado por última vez en 1979. Aunque es de dominio público, sin embargo, las nuevas revisiones del mismo son controladas por el Custodio para la Normalización del Libro de Oración Común. Contiene los distintos servicios de adoración o servicios litúrgicos que usan los episcopales. Etantismo (luteranismo, calvinismo, anglicanismo, etc.) Biblia de Cristian III de Dinamarca, 1550, primera traducción al danés. La ilustración refleja el Pentecostés. No existen diferencias tan radicales entre los católicos y el cristianismo oriental u ortodoxo, ya que ambas partes admiten la institución de la Iglesia por Jesucristo, su Magisterio, su autoridad, su infalibilidad e indefectibilidad (en mayor o menor grado). Las diferencias tocantes a las fuentes teológicas y su tratamiento son respecto a los sujetos de la autoridad (el Papa es vicario de Cristo e infalible para los católicos, y sólo obispo de Roma para los ortodoxos) y la unidad orgánica del cuerpo docente, aparte de cuestiones dogmáticas.


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LA FIGURA DEL SACERDOTE Cuando se piensa que solamente un sacerdote puede perdonar los pecados y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios, obligado por su propia palabra, lo ata en el Cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios... Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo, en la última Cena, realizó un milagro más grande que la creación del Universo con todos sus esplendores, y fue convertir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre para alimentar al mundo, y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote... Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él... Cuando se piensa que un sacerdote, cuando celebra en el altar, tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios... Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese pan y ese vino, y que eso puede ocurrir, porque están escaseando las vocaciones sacerdotales, y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la Tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes aullarán de hambre y de angustia, y pedirán ese Pan, y no habrá quien se lo dé; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos... Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales... Uno comprende el afán con que en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal... Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se reflejaba en las leyes... Uno comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación... Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Cristo de nuevo... Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable... Uno comprende que más que una iglesia, y más que una escuela, y más que un hospital, es un seminario o un noviciado... Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor... Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre, que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la Tierra y que todos los santos del Cielo, pues será Cristo mismo, sacrificando su Cuerpo y su Sangre, para alimentar al mundo.